Grace Kelly consiguió tener una vida de película, pero no un final feliz. Nacida en una acomodada familia de Filadelfia, su talento la hizo triunfar en Hollywood, donde interpretó sonados éxitos del cine de los años 50 y se convirtió en una de las rubias favoritas de Alfred Hitchcok. Y su siguiente etapa vital la hizo reina de las revistas del corazón, a raíz de su boda con Rainiero de Mónaco y el glamour que la rodeó, a ella y a su familia, hasta su muerte. Su coche, que conducía ella misma y en el que también viajaba su hija Estefanía, se despeñó en 1982.
La fama de su personaje tiene además una correspondencia en nuestra tierra. Aficionada a la Feria de Sevilla, a la que vino en repetidas ocasiones, su belleza y personalidad despertaron la admiración de un escultor de Espartinas, Manuel Echegoyán. Así que éste, que participaba en 1966 en la restauración de la fachada plateresca del edificio del ayuntamiento de Sevilla, aprovechó para inmortalizar su perfil en uno de los medallones que enmarcan los arcos del monumento.
Hoy, encontrar su rostro en tan singular conjunto se ha convertido en un reto
Fuente: Canal Sur Andalucia
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