Indice
- Una de las plazas más hermosas y encantadoras de Sevilla.
- Historia de la Plaza de Doña Elvira
- Pero…a que debe su nombre la plaza?
- El fin del Corral de Comedias
- Qué podemos ver en la Plaza Doña Elvira de Sevilla?
- Donde esta ubicada?
Una de las plazas más hermosas y encantadoras de Sevilla.
Explorando los encantos de la antigua Judería de Sevilla, nos adentramos en las estrechas y sinuosas callejuelas que nos conducen a la plaza de doña Elvira. En este rincón de serenidad, el frescor y la tranquilidad nos invaden, mientras los susurros del agua cristalina y el dulce aroma de azahar acarician nuestros sentidos.
La plaza posee una personalidad única y, al igual que su ciudad madre, Sevilla, transita de la algarabía al silencio, de la compañía a la soledad, de la audacia a la discreción… Solo basta con buscar y encontrar el momento propicio para sumergirse en su esencia.
Adentrarse en la Plaza de Doña Elvira es como retroceder en el tiempo. Este rincón encapsula la esencia misma de Sevilla, con su fuente en el corazón rodeada de bancos adornados con azulejos, todo bajo la fresca sombra de los naranjos.
Sería una verdadera lástima visitar Sevilla sin descubrir la belleza de la Plaza de Doña Elvira y toda la historia que alberga, incluyendo el misterio de quién fue realmente Doña Elvira.
Historia de la Plaza de Doña Elvira
La Plaza de Doña Elvira, situada en el pintoresco barrio de Santa Cruz, tiene una historia fascinante. A principios del siglo XX, se llevaron a cabo demoliciones de antiguas viviendas en el área que ahora ocupa la plaza. Entre 1911 y 1918, las calles Vida, Caballos, Ataúd y la Plazuela de los Caballos dieron paso a una reurbanización dirigida por el arquitecto municipal Juan Talavera y Heredia. Fue gracias a su visión que la plaza se transformó en un hermoso y apacible rincón, adornado con jardineras, bancos y una encantadora fuente. Detenerse y descansar en este lugar se convierte en un verdadero deleite.
En la Plaza, rodeada de encanto y misterio, se entrelazan la historia y la leyenda. Según cuenta la tradición popular sevillana, en el siglo XVII existía un solar en esta plaza donde se situaba la casa del comendador de la Orden de Calatrava, Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, el eterno amor de Don Juan Tenorio en la famosa obra de José Zorrilla.
Hoy en día, este lugar alberga el Restaurante Doña Elvira, uno de los tres edificios que han sido cuidadosamente restaurados y fusionados para dar vida a un hermoso hotel boutique con un encanto especial llamado “Elvira Plaza“. Esta reciente inauguración es el resultado de la unión de tres edificios de gran valor histórico y protección patrimonial, cuya reforma ha preservado fielmente su estructura original. En cada rincón de este singular hotel, se respira la esencia de siglos pasados y se revive la historia que envuelve a esta emblemática plaza sevillana.
En la fachada de un edificio en la Plaza de Doña Elvira, se encuentra un azulejo que evoca una legendaria historia sevillana. Según cuenta la tradición, en este lugar se encontraba la residencia del Comendador de Calatrava, Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, el eterno amor inmortalizado en la obra de Don Juan Tenorio. Este pequeño detalle en el azulejo nos transporta a una época de pasiones y romances, recordándonos la rica historia que envuelve a esta encantadora plaza sevillana.
Pero…a que debe su nombre la plaza?
La elección del nombre “Doña Elvira” para esta plaza se debe a una figura histórica que dejó su huella en la ciudad de Sevilla. Doña Elvira fue una noble dama sevillana que vivió en tiempos pasados y cuyo legado perdura en la memoria colectiva de la ciudad. Aunque los detalles exactos de su vida pueden ser difusos, su nombre se ha mantenido a lo largo de los años, otorgando así un sentido de identidad y tradición a este hermoso espacio urbano.
He leído auténticas barbaridades de algunos guías y blogs, donde incluso argumentan que Doña Elvira era hija del personaje ficticio de Gonzalo de Ulloa de la obra de Zorrilla.
Efectivamente, el nombre de la plaza hace referencia a Doña Elvira, pero no se trata de la hija del Comendador de Calatrava anteriormente citado, sino de Elvira de Ayala. Esta distinguida mujer era hija de Pedro López de Ayala, reconocido Canciller de Castilla y fiel servidor de los reyes Pedro I y sus sucesores.
La historia de Doña Elvira se entrelaza con eventos importantes de la época, como el sangriento y macabro asalto a la judería de Sevilla en 1391. Pedro López de Ayala, encomendado por el rey Enrique III, tuvo la responsabilidad de redistribuir los bienes confiscados a la comunidad judía y la antigua aljama como retribución por sus servicios a la Corona. La presencia de Elvira de Ayala en el nombre de la plaza es un reconocimiento a su legado y a la importancia histórica de su familia en la ciudad de Sevilla.
Elvira, hija de Pedro López de Ayala, recibió en herencia varias propiedades en esta zona, incluyendo casas y terrenos. A través de esta generosa donación de su padre, Elvira se convirtió en la propietaria de una parte significativa del actual barrio de Santa Cruz. Entre las propiedades heredadas se encontraba un espacio que, en el siglo XVII, sería destinado a la construcción de un destacado corral de comedias. De esta manera, Elvira dejó un legado importante en la configuración de esta zona de Sevilla y contribuyó al desarrollo cultural de la ciudad con la creación de un espacio dedicado a las representaciones teatrales.
Cuenta la leyenda que en ese mismo sitio se encontraba la ancestral morada del comendador de Calatrava, don Gonzalo de Ulloa, donde vio la luz su querida hija, Inés. Estos personajes históricos serían inmortalizados en la obra literaria de José Zorrilla, Don Juan Tenorio, llevando consigo su legado a las páginas del conjunto poetico y literario.
Con el paso de los años y como mencioné previamente, en el siglo XVII, los descendientes de la familia Doña Elvira de Ayala, los Condes de Gelves, que poseían terrenos en esa misma zona, decidieron financiar la construcción de un corral de comedias que llevaría el nombre de su ilustre antepasada. Hoy en día hablamos de ese lugar como el Corral de Doña Elvira, un espacio lleno de historia y tradición teatral.
Efectivamente, en tiempos pasados Sevilla era testigo de la animada actividad teatral en sus corrales de comedias. Fue en estos escenarios donde talentosos artistas como Lope de Rueda dieron sus primeros pasos como actores y dramaturgos, dejando huella en la historia teatral. Incluso el ilustre Miguel de Cervantes estrenó varias de sus aclamadas obras en estos mismos espacios, engrandeciendo aún más la reputación de los corrales de comedias sevillanos.
En el pasado, el corral de comedias ocupaba un lugar destacado en el área que hoy en día se conoce como la Plaza de Doña Elvira, en el pintoresco barrio de Santa Cruz, y se extendía hacia la cercana Plaza de los Venerables. Con el paso del tiempo, el solar que albergó el corral de comedias fue transformado en el Hospital de Venerables Sacerdotes, dando paso a una nueva etapa en la historia de ese emblemático espacio.
Cuando el corral de comedias de Doña Elvira abrió sus puertas en 1577, se convirtió en el principal referente teatral de Sevilla, superando a otros corrales de la época. Aunque se conocía la existencia del corral de las Atarazanas, los encargados de ambos espacios teatrales afirmaban que en el corral de Doña Elvira se representaban obras de teatro, mientras que en las Atarazanas se practicaban juegos de bolos. Esta distinción dejaba claro el predominio artístico y cultural del corral de Doña Elvira en aquel tiempo.
Durante casi las tres primeras décadas del siglo XVII, el corral de comedias de Doña Elvira tuvo como arrendador a Diego Almonacid “el viejo”, un destacado empresario teatral que se convirtió en una figura emblemática de los corrales de comedias de Sevilla, llegando a dominar el negocio de la producción teatral en la ciudad. Fue en este corral de Doña Elvira donde brillaron grandes autores como Lope de Vega y Miguel de Cervantes, quienes estrenaron sus obras en este escenario sevillano. En aquel entonces, estos talentosos escritores aún no habían alcanzado la fama que posteriormente los distinguiría, pero ya dejaban entrever su genialidad y maestría en el arte dramático.
El fin del Corral de Comedias
El declive del corral de comedias de Doña Elvira se inició con la llegada del siglo XVII y la aparición de nuevos corrales como el del Coliseo o el de la Montería en el Alcázar.
Sin embargo, el corral de Doña Elvira siempre fue el preferido por el público. Su principal fortaleza era su excelente acústica, a pesar de que los corrales más modernos del siglo XVII contaban con infraestructuras más avanzadas. Diego de Almonacid se aseguró de que este corral siempre tuviera público. Además, los frecuentes incendios en el corral del Coliseo facilitaron el estreno de obras en el de Doña Elvira, ya que en muchas ocasiones era el único disponible en la ciudad.
En 1617, el corral de Doña Elvira se derrumbó debido al mal estado de su estructura y techo. Sin embargo, no se clausuró y la gente continuó acudiendo a él en busca de su excelente acústica.
Con el paso del tiempo, la prosperidad del que alguna vez fue el mejor corral de comedias de Sevilla se vio afectada y en 1632 cerró sus puertas debido a su antigüedad. Un año después, el Coliseo fue rehabilitado y junto con el corral de la Montería, asumieron el liderazgo en la producción teatral de Sevilla.
En 1679, a raíz de los ruegos de los jesuitas y con el respaldo de Miguel de Mañara, las representaciones teatrales estuvieron prohibidas en Sevilla. La justificación era el temor a la propagación de la peste en las aglomeraciones de gente. No fue hasta el siglo XVIII, con la llegada del Asistente Pablo de Olavide, que los sevillanos pudieron volver a disfrutar del teatro en su plenitud.
Qué podemos ver en la Plaza Doña Elvira de Sevilla?
Desde la imponente muralla del Alcázar, se abre paso la calle Vida, conectándonos con la encantadora plaza. Un breve recorrido que une dos realidades tan diferentes y distantes. La tradición relata que fue por esta calle Vida que algunas familias judias lograron escapar de la tragica masacre durante la devastación de la judería, encontrando un resquicio de esperanza en medio del caos.
De acuerdo a las románticas leyendas que circulan, en los atardeceres, una hermosa joven judía solía acudir a la fuente de la plaza para recoger agua, desvaneciéndose en un instante por una estrecha y sombría calle, rumbo a su hogar junto a su padre. Su nombre era Susona y, tras una trágica leyenda, aún se dice que su llanto se escucha en la quietud de la noche, en los alrededores del Callejón de la Muerte, conocido hoy como calle Susona. Esta hermosa leyenda la puedes leer pinchando aqui.
Sin embargo, los solitarios reflexivos que se acomodan en los bancos de la plaza no esperan ver a Susona o a doña Elvira. Sus ojos se dirigen hacia la casa de doña Inés de Ulloa, el amor de don Juan Tenorio, anhelando presenciar un milagro. Tal como mencioné anteriormente, un azulejo en la fachada nos recuerda la popular leyenda sevillana que afirma que aquí se encontraba la residencia del Comendador de Calatrava, don Gonzalo de Ulloa, padre de doña Inés, el inmortal amor de don Juan Tenorio.
Uno de los rincones más fotografiados en todo el Barrio de Santa Cruz es esta casa, número 6 de la Plaza de Doña Elvira. Este emblemático edificio fue diseñado por el renombrado arquitecto sevillano Don Juan Talavera Heredia, quien dejó su huella en la remodelación del barrio a principios del siglo pasado.
En esta casa se encontraba el famoso Restaurante del mismo nombre, que brindaba la oportunidad de deleitarse con una amplia selección de la gastronomía sevillana en su encantadora terraza ubicada en la misma plaza. Lamentablemente, en la actualidad, el restaurante se encuentra cerrado al público, formando parte ahora del encantador Hotel Boutique Elvira Plaza. Pincha aqui si quieres reservar alojamiento en el mismo.
Y una curiosidad más: al doblar la esquina, en la calle Gloria, encontraréis otro azulejo que indica el “antiguo Rincón del Beso“, por si deseáis aprovechar la oportunidad…
A mediados del siglo XIX, el recinto se expandió, incorporando la plazuela de los Caballos, y se le otorgó el nombre de Plaza Doña Elvira. A principios del siglo XX, el arquitecto Juan Talavera llevó a cabo una remodelación que incluyó la instalación de un magnífico pavimento, reemplazando el antiguo suelo de albero que había estado presente durante medio siglo.
Con unas dimensiones modestas y una forma cuadrada, la plaza se ha convertido en un punto destacado de los itinerarios turísticos más populares de la ciudad, atrayendo a numerosos grupos de visitantes, tanto locales como internacionales, durante el día.
Su encanto característico y su estilo sevillano tradicional se deben a su carácter exclusivamente peatonal, sus entradas anguladas que sorprenden al llegar, y una zona central cuidadosamente diseñada con parterres y bancos para que los visitantes puedan sentarse y disfrutar de la hermosa fuente y los característicos naranjos.
Los alrededores de la plaza están engalanados con edificios que reflejan el distintivo estilo sevillano. En ellos, se ubican acogedores restaurantes y encantadoras terrazas donde deleitarse con exquisitas tapas, así como tiendas donde adquirir artesanías auténticas y souvenirs para llevar a nuestros seres queridos, un recuerdo inolvidable de nuestra visita a la Sevilla de colores vibrantes. Te atraera irremediablemente el aroma de garrapiñadas y turron recien hecho de un obrador que se encuentra en la misma plaza.
Si aún no has descubierto esta maravillosa plaza, te invito a pasear por sus encantadoras calles y dejarte llevar por una experiencia sensorial única. Disfruta de las vistas privilegiadas de los hermosos naranjos, respira el embriagador aroma del azahar, escucha el relajante sonido de su fuente y las melodías de las campanas de la Giralda. Déjate envolver por el placer de los sentidos y sumérgete en los mitos y leyendas que hacen de Sevilla una ciudad verdaderamente única.
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